El día que me jubile me vengo a vivir aquí, vaya calidad de vida que tienen los canadienses. En el centro si que hay bastante barullo con sus rascacielos... como en cualquier ciudad importante, pero lo guay es que a 5 minutos tienen un lago tan grande que parece el mar, con miles de trocitos de cesped perfectamente cuidados, jardines, la playa artificial con sombrillas y sillas gratuitas...
Hoy hemos cruzado en un pequeño ferry a la isla que hay en frente y nos hemos quedado boquiabiertos. Era todo tan perfecto... que daba hasta un poco de miedo. Me recordaba a la isla que te ponen de fondo los de Nintendo cuando haces footing en Wii fit, donde todo está en su sitio (sólo le falta el castillo). Nada mas entrar, unos carteles indicaban: por favor pise la hierba. Era muy gracioso, y la verdad que se hacía desear. Piscinitas para los niños, playas, calas, chorros de agua, cesped cesped y mas cesped a la sombra de unos árboles increibles... tenía hasta un parque de atracciones de niños y un Farmville con todos sus animalitos.
Hemos alquilado un cuadriciclo que me ha recordado mucho a las aventuras de Siracusa, que tiempos por Sicilia. Tras pedalear de punta a punta durante hora y media a casi 40 grados, nos hemos pegado una señora siesta de 3 horas, que así nos hemos quedado jejeje! Y después cuando llegó la luz más molona para hacer fotos, no pasaba apenas gente, que mala pata! Mañana último día en Toronto, y por cierto, intentaremos colarnos con nuestros "carnets de prensa" en algún museo. A ver si hay suerte!
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